Nada es para tanto

El libro de autor Oscar de la Borbolla, narra la historia de Gabriel, un muchacho cuyos padres trabajan en una peluquería, atendida por su padre quien ha seguido el negocio de la familia por años, y le tocaba a el seguir con el negocio de la familia, sin embargo el tenía aspiraciones más grandes..Quería otro rumbo, otro destino, así que decidió irse de su casa, cuando se fue, su vida cambió, al estar en la calle no tenía un solo peso.

Entonces se dedico a vivir como vagabundo en la calle y comía de los cestos de basura, entonces, un día al no tener más dinero decide prostituirse y ahí empieza la aventura, una señora lo sube a su carro y lo lleva a un hotel, le paga sus servicios y al salir del hotel se encuentra con otro muchacho igual que él quien le dice que cambie su vida, que se valla con el a Acapulco a conseguir más trabajo, donde iba a haber mujeres guapas que también estarían dispuestas a pagar por sus servicios.

Gabriel decide irse con el muchacho, y se van pidiendo rides, llegan por fin a Acapulco y se van al mar, Gabriel no sabía nada y al estarse ahogando, unas turistas Francesas, lo rescatan, se llevan a ambos muchachos a su habitación de hotel y una vez ahí comienzan a tener relaciones sexuales, hacen una orgía, las 4 Francesas, Gabriel y su amigo, se vuelven los gigolós personales de las francesas, las satisfacían cada que ellas querían. En un día que Gabriel no puede servir más a las francesas por el cansancio, ellas lo dejan en el hotel y se llevan a su amigo a dar un paseo en yate.

Mientras que Gabriel se queda en el hotel, ordena cocteles de camarón y al abrir la puerta para dejar entrar el hotel service, se da cuenta de que la muchacha que llevaba los cocteles, era demasiado bella, y a base de mentiras, la convence y le hace el amor, pero Gabriel no solo la ve como una recamarera, poco a poco se enamora de ella, tiempo después se entera de que la muchacha tiene novio, pero para cuando el se entera, las francesas y su amigo se habían ido ya de Acapulco, el no quiso acompañarlos para quedarse a conquistar a la recamarera, y al quedarse solo volvió a lo de antes. Una tarde en la playa mientras veía caminar a una mujer en bikini, lo golpean y de esta manera llega a conocer a un señor que le propone un negocio, tendría que entregar un paquete sin fisgonear y con mucho sigilo.

Así Gabriel acepta cumplir con el cometido, a pesar de saber que estaba metido en un grave problema ilegal, al hacer el intercambio de su paquete por otro, se sorprende al darse cuenta de que su amigo era el otro eslabón de esa cadena de mafia, después de que pasa eso, hace la entrega del otro pedido al señor del trato, le pagan y se va, regresa al hotel donde conoció a la recamarera, vuelve a la misma habitación, vuelve a ordenar cocteles y la historia se repite, pero esta vez, antes de hacer suya a la recamarera, se da cuenta de que ya no le importa, ni ella  ni nada, y la saca de la habitación, desnuda, le avienta la ropa y el dinero, decepcionado de todo, decide regresar a México, viaja en avión y en ese vuelo conoce a una mujer, con la que finalmente se queda, ya que la señora prácticamente lo mantiene y recibe sexo a cambio, es así como termina la historia de Gabriel.

Lo que me deja este libro es una lección la verdad muy buena, ya que Gabriel se complicó demasiado las cosas, en vez de buscar un trabajo estable o algo por el estilo, se dedicó a prostituirse y a seguir la aventura, se enamoró, sin embargo nunca fue correspondido, y pasó por tantas cosas, que aunque al final su vida no fue lo que el esperaba, vivía bien, y eso me deja en parte que aunque te cueste mucho trabajo, jamás abandones tus sueños, pero que vallas por ese camino a tu sueño sin desviarte porque puedes perderlo todo o terminar haciendo cosas que quizá no querías.

Te enseña a no conformarte con lo que tienes, a buscar siempre más, pero también te enseña los principales errores, de caer en las banalidades de la vida, y dejarse llevar por los vicios o dejarse manipular por amigos u otro tipo de gente. Te deja que a fin de cuentas como lo dice Gabriel: “nada es para tanto”.